AZUCENAS BLANCAS
Comparo a las azucenas
con el amor de una madre
por su ternura en las venas
por su infinita pureza
de oro en polvo sus pepitas
aunque les cortes el tallo
ellas te dan su perfume
y no se seinten del daño.
Igual fiel es el amor
que nos ofrece una madre,
en ese no hay falsedad,
en ese no hay egoísmo,
lo ofrece a cambio de nada.
Ella abre su corazón
al hijo feo o al guapo,
al enfermo o al ladrón,
en ella no hay distinción.
Todos tienen algo bueno,
es el amor, la pasión,
y cómo los defiende
si alguien los hiere,
se vuelve fiera
si eso sucede.
Con miles de trabajos,
¿qué noche se dormirá
sin pensar en todos ellos?
El uno estará enfermo,
el otro que mala suerte,
el rico que le avergüenzó,
el lejano que no viene.
Sufriendo se ha hecho una anciana,
ya no es una mujer
que madrugaba lozana
preparándoles el almuerzo,
y lavándoles la cara.
Es un pecho hay sufrimiento,
en su frente unas arrugas,
y en su cabeza las canas.
Llamar a mis hijos, dice,
que me estoy poniendo muy mala
y los quisiera tener
alrededor de mi cama.
Todos han hecho un esfuerzo,
Para llegar hasta aquí
pero todos tienen prisa.
¿Es que no se irá a morir?
Deja de espiar, ya ha muerto,
por las mejillas le corren
dos lágrimas su testamento.
Clavaros ahí de rodillas,
y rendir amor a esa madre,
y ponerle unas azucenas,
y con ellas compararle,
y por lo menos, esta noche
no comencéis la tertulia,
porque se ha muerto una madre.
FE MONTEAGUDO
Usuaria del SED.Villamalea
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